¿Tiene sentido el sufrimiento?

Abordar el tema del sufrimiento se torna tan difícil como vivirlo. El dolor y el sufrimiento son parte de la existencia humana, han existido siempre como parte del proceso de ser persona, el Psiquiatra Viktor Frankl afirmaba en su libro “El hombre en busca de sentido”:  “la persona que no ha pasado por circunstancias adversas, realmente no se conoce bien” es como el ladrón que nos roba la calma, nos quita la paz en su momento y también suscita lo mejor de ti. El sufrimiento existe a pesar de nuestra lucha por combatirlo o mantenerlo alejado de nuestra vida. A menudo resulta arbitrario porque no tiene relación con la ética y sale de toda lógica humana. El mismo a menudo no tiene explicación, pero tiene sentido.

Formas y reacciones

Existen diversos escenarios en los que vemos reflejado con mayor claridad la expresión evidente del sufrimiento. En la psicología y los humanismos se afirma que la frustración es uno de las principales puesto que pertenece a la forma del displacer puesto que al no satisfacer los deseos primarios la persona tiende a neurotizarse.

Las enfermedades en las que se ve seriamente comprometida la salud se experimentan especialmente como algo adverso.

Las formas de carácter afectivo, como la ruptura de una relación o la pérdida de algún ser querido.

Es claro que estas y otras formas amenazan directamente la vida y cualquier pretensión de buscar sentido. 

Existen otras formas peculiares que llegan a vivirse en lo cotidiano, las relaciones interpersonales que a veces se tornan ríspidas por la diversidad de formas de actuar, de pensar. Las batallas interiores que a veces pueden llegar a ser sumamente agotadoras, ideales no alcanzado y si a ello le sumamos las comunes expresiones como: “es lo que toca”, “la vida es así”, esto trae abajo las posibilidades de aceptación de la realidad que es una clave importante para la resignificación porque al aceptar esta realidad nos colocamos ante la perspectiva de principio y fin. Lo cual nos posibilita para identificar su fruto para transformarla “desde dentro”. El Psicólogo C.G. Jung decía “Nada puede ser transformado si primero no es aceptado”.

Si el sufrimiento es parte de la vida como lo hemos venido afirmando conviene recomendar evitar la patologización de las experiencias o circunstancias de vida que aun cuando son difíciles son parte de la pedagogía de vida y le aportan crecimiento y madurez a la persona. 

El sufrimiento también puede provenir de nuestra limitada capacidad de amar en el sentido en que nos apegamos a aquello que es finito, es decir, nos apegamos a algo y eso no es amor, tenemos una pérdida y nuestra respuesta humana lógicamente es dolernos, pero el sufrimiento aparece cuando me resisto y/o me revelo a que esto suceda queriendo apegarme a un hecho que es inminente como el caso de la muerte, por ejemplo. Sin embargo, el sufrimiento no es para siempre, cumple su cometido, me resignifica y le da a mi vida otro matiz para seguir creciendo y seguir creyendo.

Encontrar el sentido al sufrimiento humano nos puede llevar a la resignificación de este habiendo adquirido mayores capacidades en cuanto a fortaleza, aprendizaje y sabiduría interna. Una de las tantas maneras de transitar este proceso es hacernos preguntas que nos permitan interiorizan y darle otro enfoque a esa experiencia tales como: ¿Para qué?, ¿Cómo vivir esta situación?, ¿Cuál es la actitud para desarrollar ante esta situación?, ¿Qué comportamientos he de seguir?

Otra de las tantas formas de poder lograr la resignificación de estas experiencias es permitirnos ser acompañados en estos procesos.

Otras pautas clave para la resignificación del sufrimiento:

Nada puede ser transformado si no puede ser aceptado

Tú eres más que el sufrimiento 

Te puede robar la calma en su momento y suscita lo mejor de ti.

El sufrimiento en tu vida, no tiene la última palabra

Psic. Fabiola Cervantes Chávez

 

 

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